Fuente: El Faro de Ceuta
En este 2024 se han cumplido nada menos que 77 años de la creación de
la 1ª Bandera de Paracaidistas del Ejército del Aire, unidad que se
hallaba encuadrada en la 1ª Legión de Tropas de Aviación. Esta unidad
sería el embrión del posteriormente Escuadrón de Paracaidistas del
Ejército del Aire.
Sería el 14 de mayo de 1946 cuando era
designado para el mando de estos paracaidistas el entonces comandante
(fallecido de general), Ramón Salas Larrazábal, el cual, además de ser
un magnífico aviador, fue una figura destacada de la Historia Militar,
como persona inmejorable y de ello puedo dar fe.
Un grupo de oficiales del Escuadrón Paracaidista del Ejército del Aire en El Aaiún en su campamento.
El 1º Escuadrón de Paracaidistas
La madrugada del 6 de diciembre de 1957, en el acuartelamiento del
Escuadrón Paracaidista del Ejército del Aire en Alcalá de Henares, se
recibe la orden de que el Escuadrón salga a la mayor rapidez para la
Base Aérea de Getafe. Allí, en las pistas, aguardaba una fila de aviones
Douglas y Bristol de la compañía Aviaco que habían sido requisados para
trasladar junto a los Douglas del Ala 35 del Ejército del Aire a Sidi
Ifni, donde en dicho territorio se libraba una ‘guerra’ y no una
guerrita, como algunos ignorantes tratan de hacer ver a la opinión
pública.
A las 5 de la madrugada del 7 de diciembre de 1957,
con un enorme ruido de motores, despegaban los aviones con el escuadrón
al completo, incluyendo su mascota, un enorme perro similar al San
Bernardo (mastín). En las horas de la tarde de dicho día aterrizaban en
el aeródromo de Sidi Ifni, tras varias escalas en la Península.
Apenas
habían desembarcado en Sidi Ifni de los aviones, cuando reciben orden
del general gobernador, Mariano Gómez-Zamalloa, de que una escuadrilla
del escuadrón se traslade hasta el Burgadir, a relevar a una compañía de
Paracaidistas del Ejército de Tierra. Esta escuadrilla del escuadrón
estaba al mando del entonces capitán (fallecido de general), José Pérez
Ramos.
A la 2ª Escuadrilla del Escuadrón del Ejército del
Aire, al mando del capitán Celso Díaz Pérez, se le encomendó la defensa
del Campo de Aviación y los puntos vitales de la plaza, relevando a una
unidad del grupo de Tiradores de Ifni. Lo mismo los tiradores que los
paracaidistas del Ejército de Tierra estaban al límite tras cerca de 15
días pegados al terreno, soportando constantes ataques de las bandas del
Ejército de Liberación Marroquí.
Un pelotón del Escuadrón Paracaidista del Ejército del Aire en una posición en Ifni.
A la 3ª Escuadrilla, al mando del capitán Francisco Gefal Gorostegui,
se le encomendó la misión de escoltar un convoy hasta Air Buhus, con el
objeto de proteger a un pelotón de la VI Bandera de la Legión que no
había podido llegar la anterior noche. Dicho convoy transportaba una
radio de campaña, medicinas, camillas, y, a su vez, recogía heridos para
transportar a Sidi Ifni, donde debían localizar una sección de
Zapadores, la cual, según el mando, no daba señales de vida, ignorando
la suerte que podían haber corrido.
En esta misión, los
paracaidistas del Ejército del Aire tuvieron un notable éxito, ya que
cumplieron los objetivos señalados y pudieron llegar a Sidi Ifni con los
heridos y los cadáveres de los legionarios caídos en combate. En este
convoy también iban custodiados dos prisioneros que habían sido
capturados en el combate de Air Buhus.
Finalizada esta
operación, a la 3ª Sección de la 3ª Escuadrilla se le ordena, a petición
del teniente coronel jefe de la columna, Ignacio Crespo del Castillo,
que procedía de Tag Agra, que dé protección a esta columna, puesto que
venía en apuros al haber sufrido varios ataques de las bandas rebeldes
del Ejército de Liberación Marroquí.
El salto de Hagunia
El
Escuadrón Paracaidista, en el poco tiempo que permaneció en Ifni y
Sáhara, tuvo una muy brillante actuación aunque, por desgracia, apenas
conocida. Esa incesante y brillante actividad se pudo ver el 1 de
febrero de 1958, cuando salen para El Aaiún a las órdenes del general
gobernador del Sáhara, José Héctor Vázquez, con el fin de participar en
la denominada Operación Eucovillon (en España Teide), a las órdenes del
teniente coronel jefe del Escuadrón, Mariano Gómez Muñoz, el cual se
traslada a Fort Trinquet, donde se entrevista con el general gobernador
del África Occidental Francesa.
Con dicho motivo, la 2ª
Escuadrilla sale el 8 de febrero a Fort Trinquet. Allí los paracaidistas
del Ejército del Aire reciben instrucciones sobre los aviones en los
cuales embarcarán y saltarán sobre los objetivos previstos. En este
caso, los aviones eran los Nord Atlas del Ejército del Aire Francés.
Teniente de aviación, Francisco López Herrarte, del Escuadrón Paracaidista, herido en el salto de Hagunia.
Dos
días después, el 10 de febrero, realizan desde dichos aviones franceses
el salto sobre Smara donde, una vez en tierra, se enfrentan al enemigo y
reciben ayuda de fuerzas francesas, y en cuyo salto y posterior
operación resulta lesionado el capitán jefe de la 2ª Escuadrilla, Celso
Díaz Pérez. Tras un duro enfrentamiento con el enemigo entre las fuerzas
francesas y españolas, consiguen hacer huir al enemigo y momentos
después izan la bandera española en el Fuerte de Smara.
El 18 de febrero, cumpliendo órdenes del general gobernador del
Sáhara, José Héctor Vázquez, realizan un lanzamiento 133 paracaidistas
de este Escuadrón, con su teniente coronel jefe a la cabeza, Mariano
Gómez Muñoz, con el fin de cortar la retirada al enemigo y en cuyo
lanzamiento resultaban lesionados el teniente Francisco López Herrarte,
el cabo 1º Enrique Haba Trillan y los paracaidistas José Miranda Bernar,
José Moreno Sosa y el entonces capitán capellán, Eloy Pastor Díaz.
Del
riesgo y el constante peligro con que los miembros de este Escuadrón
tenían que enfrentarse, nada mejor que el testimonio de sus recuerdos de
Mariano Gómez Muñoz, entonces teniente coronel de dicho Escuadrón, y
así dice: “cuando viajaba en un avión francés de reconocimiento sobre la
zona de Smara, dicho avión fue atacado desde tierra con fuego de
fusilería y en parte baja del asiento que yo ocupaba. Al finalizar el
vuelo y tomar tierra, en el momento que el mecánico revisaba el avión
para reconocer los daños tras el ataque, este me entregó el proyectil
que milagrosamente quedó alojado en dicho asiento, proyectil que al día
de hoy conservo como recuerdo, y además, el mecánico me expresó su
felicitación porque por muy poco estuvo a punto de que me hubiese
agujereado el cuerpo”.
El heroico comportamiento de este
Escuadrón lo reconoció el entonces ministro del Ejército con este
telegrama: “quiero resaltar de modo palpable el magnífico comportamiento
del Escuadrón, al cual felicito”.
|