Fuente: El Faro de Ceuta (11/12/2021)
Quiero expresar mi gratitud a Octavio Ruiz de Galarreta Hernández,
hijo del que fue capitán-jefe de la Compañía Expedicionaria del Canarias
50, el cual, con una amabilidad del mayor elogio atendió mi petición y
gracias a él sale a la luz el heroico historial de estos valientes
soldados del Regimiento de Infantería Canarias 50, que con su ejemplar
comportamiento supieron dejar una vez más en todo lo alto la bella
leyenda que campea en los cuarteles de ‘¡todo por la Patria!’.
Allí,
en aquella guerra, los Batallones Expedicionarios de Infantería del
Guadalajara 20, Castilla 16, San Fernando 11, Soria 9, Lepanto 2, Cádiz
41, Extremadura 15, Tetuán 14, Fuerteventura 53, y las Compañías
Expedicionarias Wad Ras 55, Belchite 57 y las secciones de morteros
Ultonia 59 y las del Canarias 50, Tenerife 49, y el Batallón Cabrerizas,
así como unidades de zapadores, automovilismo, intendencia y sanidad.
Todos ellos estaban formados por jóvenes soldados de reemplazo que, a
pesar de ser el primer enfrentamiento bélico, supieron cumplir el deber
de manera encomiable y siempre heroica. Solo citar que el Batallón Soria
9 tuvo 19 muertos, un alférez, dos sargentos, cuatro cabos y 12
soldados, además de numerosos heridos.
El capitán Manuel Ruiz de Galarreta admirado
y querido por sus soldados aquí posa en Villa Bens con dos soldados de
su compañía.
De Las Palmas a Villa Bens
En agosto de 1957 el
entonces coronel-jefe del Regimiento de Infantería Canarias 50, Román
León Villaverde, ordena formar una compañía expedicionaria al mando del
capitán más antiguo. En este caso lo era Manuel Ruiz de Galarreta
Baquedano, ya fallecido. Con la prontitud característica de la milicia
se forma dicha compañía, compuesta por 140 hombres, entre ellos un
teniente, cinco sargentos, un brigada, seis cabos 1º y el resto tropas.
El 20 de agosto embarcan en el Arsenal Militar de Las Palmas a bordo del
buque de la Armada Neptuno. Cuando llevaban navegando varias horas con
destino a Sidi Ifni, reciben un radiograma del general-gobernador del
África Occidental Española, Mariano Gómez-Zamalloa, para que cambiaran
el rumbo y se dirigieran a Villa Bens (Cabo Juby), donde una vez en
tierra relevaban a dos compañías de tiradores de Ifni y a otra compañía
de Telata de Sbuia.
El capitán Ruiz de Galarreta posa con un nativo en Villa Bens.
Parece ser, según el diario personal del coronel Ruiz de Galarreta,
que tras su llegada a Villa Bens, en una reunión con el comandante
Rabanera, subgobernador de Villa Bens, y el coronel Mulero, jefe de una
agrupación, hubo momentos de tensión, ya que el capitán Ruiz de
Galarreta no estaba de acuerdo con las misiones designadas a su
compañía. Finalmente, tras un largo diálogo, a los soldados del Canarias
50 se les asignó instrucción militar, ejercicios de tiro y lanzamientos
de granadas de mano ‘Piña’ y ‘Tonelete’.
A partir de octubre
de 1957 la Compañía del Canarias 50 inicia una intensa actividad;
patrullas y reconocimientos, hasta que, posteriormente en noviembre,
salen para el Aaiún, pasando por Daora, y de aquí regresan a Playa de
Aaiún a repeler los ataques de las bandas del Ejército de Liberación
Marroquí. En esta situación llegaban las Navidades que, según el
entonces capitán Ruiz de Galarreta, fueron muy tristes, y cuyo mejor
menú fue el arroz con leche.
Un capitán preocupado por sus soldados
Del
diario de este capitán se deduce que era un hombre que consideraba a
sus soldados como si fuesen sus propios hijos, como lo avala lo que más
adelante se cita. El 20 de enero de 1958 esta compañía embarca en
aviones Junkers del Ejército del Aire y se traslada a Tan-Tan con el fin
de evacuar dicho poblado, siendo jefe de esta operación el propio
capitán Ruiz de Galarreta. En dicha operación se encuentran con un
fuerte siroco, y en un enfrentamiento con el enemigo capturan a varios
prisioneros de las Bandas Rebeldes del Ejército de Liberación Marroquí,
regresando el 1 de febrero a Villa Bens.
El 8 de marzo esta
compañía, junto con otras unidades, reciben orden de ocupar Daora y es
aquí donde el capitán Ruiz de Galarreta, con su serenidad, temple frío y
con su magnífico espíritu militar dejó muy alto el nombre del ejército
español, y así sucedió: “en la ocupación de Daora un grupo de 50 moros
del Ejército de Liberación Marroquí capturan al corneta de apellido
‘Carnero’. Estos enemigos se presentan con este soldado del Canarias 50 y
dicen que le han capturado porque estaba en territorio marroquí. Tras
unos momentos de tensión, el capitán Ruiz de Galarreta logra convencer a
estos moros, y le entregan al soldado ‘Carnero’. Fueron momentos
difíciles pero que este capitán logró superar”.
El capitán Manuel Ruiz de Galarreta, jefe de la Compañía Expedicionaria del Regimiento de Infantería Canarias 50, en Villa Bens.
Posteriormente el capitán Ruiz de Galarreta con su compañía, en unión
de una compañía de la Legión Extranjera Francesa al mando del capitán
Dupont, compuesta por 75 hombres, la mayor parte senegaleses, salen en
persecución de una banda enemiga compuesta por unos 500 hombres, pero
éstos se pierden por el desierto sin dejar rastro. En marzo de 1958 la
Compañía del Canarias 50 se traslada a tierra a proteger un pozo de agua
potable que no podía ser usado porque el enemigo había arrojado un
animal muerto. Un soldado canario de esta compañía, que en su vida civil
trabajaba en un horno de cal, se encargó de conseguir la cal, limpiar
el pozo y haciendo con la cal que dicha agua pudiese ser usada.
El
26 de abril de 1958 el capitán Ruiz de Galarreta, con su compañía,
embarcaba en el vapor ‘Escolano’ de la Compañía Trasmediterránea, y el
27 del mismo mes desembarcaban en la Base Naval de Las Palmas tras haber
dejado en aquellas inhóspitas tierras africanas tres cosas: sangre,
sudor y lágrimas.
La pluma de un periodista y escritor
fallecido hace años, que vivió en primera línea de fuego la guerra con
las tropas españolas, así vio el comportamiento de estos soldados: “la
Infantería Española tuvo una brillante participación en la Campaña de
Ifni. Legionarios y soldados de reemplazo rivalizaban en el cumplimiento
del deber, mostrando al enemigo su probado ‘valor’ y las virtudes
castrenses que deben enorgullecernos a todos los españoles”, Ramiro
Santamaría Quesada.
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